

Los principios orientadores de la formación de los nuevos docentes se basan en una educación integral, sustentada en la visión cristiana del desarrollo personal y humano.
Se busca formar nuevos profesionales con una autoestima desarrollada y capacidad para orientar sus vidas, se los anima a que cuiden de los demás y de la creación de Dios, para que sean agentes de cambio social y para que trabajen a favor de una mayor justicia para todos los ciudadanos, con espíritu crítico y para que tomen decisiones basadas en los valores del Evangelio. Es fundamental que asuman la visión transformadora que tuvo Jesús de los hombres y del mundo.


Buscamos formar para todas las circunstancias, ambientes y situaciones, de modo que nadie pueda decir, “a mí para este tipo de estudiantes no me prepararon”, ni tampoco “tenemos que ser trabajadores sociales, médicos, psicológicos…”, y se tenga consciencia que hay que estar preparados para dar las mejores respuestas que necesitan las jóvenes generaciones.
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